A crazy little thing called love.

Gwen Black Jue Dic 23, 2010 10:52 pm

[[center]size=12]A crazy little thing called love

Dolor…oscuridad…ella desapareciendo de los marcos, mientras sus padres la olvidaban… Todo eso veía Hermione con el horrocrux puesto, pero no se dejó arrastrar. Apretó los dientes y aguantó, encerró eso oscuros sentimientos, los enterró en lo más profundo de su alma. Aunque se sentía tan sola…
Y entonces, ocurrió, él se marchó. Vacío, vacío por dentro, inundado de rencor, había sucumbido al horrocrux.
Ella lo siguió, lo llamó, pero no podía elegir entre los dos, y Ron no miró atrás, no estaba dispuesto a ceder, no esta vez.

Dolor…ya no necesitaba el horrocrux para sentirlo. Sin embargo, ahora no era sólo eso, ahora sentía algo más complicado; un cóctel de rabia, de ira, y de tristeza.
Se sentía tan enfadada, ella también había llevado el horrocrux, pero había sido lo suficientemente fuerte como para soportarlo. Y sí, quizás había razones suficientes para perdonar a Ron, pero ella también tenía derecho a ser irracional, al menos una vez.

Esa oscuridad que la envolvía sólo podía ser atravesada, y sólo de vez en cuando, por Harry. Una melodía sonando en la radio, una canción que no recordaba, les llevó a comenzar una especie de intento de baile, a que se movieran arrítmicamente y se sintieran mejor, un poco mejor, y un poco menos solos; al menos esos cinco minutos, a que él atravesase su muralla de hielo. Porque él, su mejor amigo, el hermano que nunca tuvo, era una pequeña isla a la que agarrarse en el mar de sus sentimientos, porque sólo él podía ablandar su corazón en esos momentos.

Y, de repente, un día, volvió, con su sonrisa insegura y sus andares desgarbados de niño que empieza a crecer, a hacerse hombre.
Por un momento, la ira la invadió, y sintió tantas ganas de estrangularlo que si no fuera veinte centímetros más alto que ella, y mucho más fuerte, lo hubiera hecho sin dudarlo. Cuando la rabia pasó se sentía maravillosamente bien, completa, otra vez.

Pero ¡qué sufriera él también! Así que, a pesar de esa mirada lastimera y de sus ridículos intentos de congraciarse con ella, fingió seguir enfadada para que él se sintiera al menos la mitad de mal (que ella antes) (de lo que ella se había sentido).
O, más bien, lo intentó, porque su felicidad y sus sentimientos lo impidieron.

No importaba la guerra, ni las incomodidades, ni siquiera la tortura cuando de hablaba de esa pequeña locura llamada amor.

No importaban las muertes y las dificultades que habrían de venir, las superarían, estaba segura.
Por fin entendió a Dumbledore: vencerían a Dumbledore, podrían con todo, si seguían los dictados de aquella pequeña locura l[/size]lamada amor.